lunes, 7 de noviembre de 2011

El Porfiriato



Porfiriato o Porfirismo es el período de 34 años en el que el ejercicio del poder en México estuvo bajo control de Porfirio Díaz. Este período comprende de 1876 (al término del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada) a mayo de 1911, cuando Díaz renunció a la presidencia por la Revolución encabezada por Francisco I. Madero, Francisco Villa, Emiliano Zapata y los hermanos Flores Magón. Durante el gobierno del general Porfirio Díaz se dio un giro en la actividad política nacional, puesto que logró de una vez por todas, a diferencia de los años anteriores, controlar de manera efectiva al Ejército. El Porfiriato también fue un periodo que provocó grandes desigualdades entre la población mexicana; pues la estabilidad económica y política generada en esos momentos soló beneficio a un pequeño grupo y ademas de la supresión de numerosas libertades civiles de la época.
Presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada intentaría reelegirse, Porfirio Díaz volvió a levantarse en armas. Formado en la guerra de Reforma y durante la intervención francesa, Díaz gozaba de gran prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. Con el triunfo del Plan de Tuxtepec, el cual lo llevó a la Presidencia de México para gobernar el periodo que comprende de 1876 a 1911 con un breve intermedio durante el gobierno de Manuel González.
En los 31 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 000 kilómetros de vías férreas con la inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital extranjero y se impulsó la industria nacional.
La primera fase del porfiriato terminó con la entrada de Yves Limantour en Hacienda en 1893. Este periodo se caracterizó por el auge de las compañías enajenadoras de terrenos comunes baldíos, la modifcación de la Constitución de 1857, que dió paso a las reelecciones y la aprobación de la ley que otorgaba la gran explotación minera a los capitales de EUA y Gran Bretaña. Limantour, tras la crisis de 1892, abrió el país a la inversión extranjera y promovió la creación de nuevas industrias. La corrupción, el fraude electoral y la represión fueron la propuesta de la administración Díaz a las tensiones sociales, nacidas del contraste entre una oligarquía poderosa que controlaba los resortes económicos y políticos frente a 12 millones de personas ligadas a la tierra. La crisis de 1907 y las luchas en el seno del gobierno favorecieron el inicio de la revoliución mexicana, dirigida por Madero.[2]
A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el exterior, y se organizó el sistema bancario, que se invalidó durante la década de 1940, en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río.
En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos sus niveles; hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique C. Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior, pasando por la formación de maestros.
Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, realmente nunca quiso dejar el poder y en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección, la cual fue rechazada por el público obrero. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual surgió el 20 de noviembre de ese año, y terminó con la entrada triunfal a la ciudad, derrotando al dictador.
Chihuahua fue el principal escenario de las derrotas porfiristas ya que Pancho Villa y Pascual Orozco conquistaron Ciudad Guerrero, Mal Paso, venció en la batalla de Casas Grandes, Chihuahua y la toma de Ciudad Juárez, por el Sur, Emiliano Zapata al frente de sus tropas campesinas, amagaban la capital y derrotaron en Cuautla el 5to. Regimiento de Oro (el mejor batallón del ejército federal) aunque irrelevantes en el plano militar, fueron las batallas que facilitaron el camino de los revolucionarios hacia la victoria contra la dictadura. Habiendo tenido esos fracasos en el terreno militar y otros en el plano de las negociaciones, Díaz prefirió renunciar a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911.

Causas de el Porfiriato

Causas del Porfiriato

 La sociedad mexicana estaba dividida en varias clases; la aristocracia feudal o "alta sociedad", la burguesía nacional, la pequeña burguesía o clase media y el proletariado y los campesinos. Esos treinta años fueron una dictadura. El porfiriato enriqueció a un pequeño grupo de familias, a costa del trabajo de los campesinos y de los obreros que formaban la mayoría de la población. Se constituyó, entonces una clase rica que era dueña de haciendas, de fábricas, de casas comerciales y de negocios financieros. Además de los bienes económicos, este grupo de ricos controlaba el poder político y disfrutaba de una preparación cultural suficiente para sojuzgar al resto de la población mexicana. Además se mandaba por la fuerza a los jóvenes al ejército.

Causas sociales: La inversión de fuertes capitales extranjeros se hizo a costa de explotar todas las riquezas naturales, incluyendo la mayor; el hombre mismo. Esto es, se dispuso de mano de obra barata o regalada por el desmedido apoyo que el gobierno dictatorial concedió a los capitalistas. La explotación a la que se sometió a los peones en las haciendas, las minas y las construcciones, y a los obreros y artesanos en las fábricas fue determinante en la consecución de la lucha armada. La economía mexicana creció y la red ferroviaria se extendió considerablemente. Hacia 1910 el porcentaje de familias sin tierras representaba el 96.9 % de la población total del país.

Consecuencias del Porfiriato

Consecuencias del Porfiriato

Consecuencias: Dicen que la historia la escriben los vencedores, y algo de cierto debe haber, puesto que cuando se hablaba de la Independencia se refería a muchos mexicanos (auténticos) que, cansados de la injusticia y opresión de los españoles, habían tomado las armas, en pos de hacer de México una nación libre: "Habían entregado sus vidas para dar patria y libertad".

Los influyentes hicieron alianzas para no perder sus privilegios, el clero adoptó postura neutra, los mexicanos tuvieron acceso a los servicios básicos, pero en general, la historia poco cambió: "Los pobres siguieron pobres y los ricos conservaron su poder".

Como resultado de la guerra, prevalecía en México un ambiente de inestabilidad política, social y económica (fue en este período en que se adquirieron fuertes compromisos con otros países, una deuda eterna), con todo lo que esto conlleva, todos tenían diferentes ideas,
y a su modo trataban de imponerlas, surge una república "a la mexicana", ya hay pequeños pero numerosos grupos inconformes, desilusionados de la nueva condición del gobierno, y que continuamente participaban en disturbios al orden: "La nueva nación era libre, pero estaba desunida".


Para entonces, más allá del clima político, la nación, la verdadera nación, que constituían campesinos y obreros, estaba convencida de que solo se había cambiado la imagen, estaban convencidos de que los ideales de los héroes de la revolución, se habían vuelto humo, pues la condición de "los de abajo" seguía siendo difícil, podían ser educados, pero ¿Quién trabajaría (y les daría de comer) mientras estudiaban?, los cacicazgos, por los que ellos padecían, se habían mantenido a pesar de tanta revuelta: "Eran los mismos, pero más cansados".



Legado de Porfirio Diaz



Ferrocarril

Con 7 reelecciones y más de 30 años en el poder, Don Porfirio dejo huella a su paso por la presidencia de este país y claro en tan largo período y posiblemente con mucho menos corrupción que hoy, construyó muchas obras, no solamente en la capital, pues existen muestras tangibles en muchas ciudades de la república.
La red ferrocarrilera nacional, el sistema de desagüe del Valle de México, la red de tranvías eléctricos, las redes de drenaje y de agua potable, el alumbrado público, primero de gas y después eléctrico, las redes eléctricas y telefónicas, son apenas una muestra del enorme progreso que tuvo México entonces.
Sin embargo, mi punto de vista es que lo más importante construido en su época fueron los edificios, todos ellos muy bien proyectados, de excelente calidad y de impresionante buen gusto; la lista sería extensa y tediosa de leer, pero de lo que no tengo la menor duda es que la ciudad de México si era entonces "La ciudad de los palacios".
Las dos obras cumbre de Don Porfirio y que nunca pudo terminar fueron el Palacio Legislativo y el gran Teatro Nacional, que después adoptaría el nombre de Palacio de las Bellas Artes.
Teatro nacional

Este último lo terminó de acuerdo al proyecto original el Presidente Portes Gil, hasta el año de 1932, en que fue solemnemente inaugurado
Mientras tanto el gran proyecto del Palacio Legislativo que contemplaba el uso de una super manzana en lo que hoy es "Plaza de la República" y en donde se encuentra actualmente construido el no muy agradable y mounstroso "Monumento a la Revolución", jamás se pudo terminar.

Monumento a la Revolucion


Porfirio Diaz

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori — (Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 15 de septiembre de 1830 - París, Francia, 2 de julio de 1915)— fue un militar y político mexicano, que ocupó el cargo de Presidente de México, en dos ocasiones; la primera del 5 de mayo de 1877 al 30 de noviembre de 1880, siendo sucedido por su compadre Manuel González. Asumió por segunda ocasión el cargo del 1 de diciembre de 1884 al 25 de mayo de 1911, fecha en que firmó su renuncia.
En 1846 ingresó al seminario, que abandonó en 1850, cuando ingresó al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, considerado herético. Tras egresar, se unió a Juan Álvarez, quien dirigía la Revolución de Ayutla, contra Antonio López de Santa Anna. A la caída de Santa Anna, Benito Juárez, fue nombrado gobernador de Oaxaca, mientras que a Díaz se le confirió el mando político en Ixtlán, Oaxaca. En 1859, estalló la Guerra de Reforma, provocada por la promulgación de la Constitución de 1857. Díaz participó como militante en las fuerzas liberales al mando de Jesús González Ortega. Luego del triunfo liberal, Porfirio Díaz se convirtió en diputado por su estado natal, y en abril de 1861 le fue concedido el cargo de general de división.
Participó en la Segunda Intervención Francesa en México, donde luchó bajo las órdenes de Ignacio Zaragoza en la Batalla de Puebla, librada el 5 de mayo de 1862. Un año más tarde, peleó en el Sitio de Puebla, ciudad que tomaron los franceses el 18 de mayo de 1863, e hicieron preso a Díaz, quien estuvo a punto de ser extraditado a Francia, pero logró escapar y encontrarse con Juárez en la Ciudad de México, quien le encomendó formar un ejército de resistencia en Oaxaca. En marzo de 1865, el mariscal Aquiles Bazaine tomó Oaxaca y Díaz de nuevo fue hecho prisionero y llevado a Puebla, de donde escapó en agosto. Tras escapar, reinició sus actividades en Oaxaca, derrotó a los franceses en la Batalla de Miahuatlán y en la Batalla de la Carbonera. El 2 de abril de 1867, Díaz tomó Puebla, y el 15 de junio, recuperó para las tropas republicanas la Ciudad de México. En 1871, Díaz se levantó en armas contra Juárez, y expidió el Plan de la Noria. A mediados de 1872, estuvo a punto de entrar a la Ciudad de México pero fue derrotado por Sóstenes Rocha. El 18 de julio de ese mismo año Juárez murió de angina de pecho, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Sebastián Lerdo de Tejada, se convirtió en presidente y le concedió amnistía. Díaz, despojado del mando militar, se retiró a Tlacotalpan, donde vivió hasta 1876, cuando se levantó en armas contra la reelección de Lerdo, proclamando el Plan de Tuxtepec. Tras su triunfo, Díaz se convirtió en presidente provisional y sacó del país a Lerdo, Mariano Escobedo y José María Iglesias. En 1880 fue sucedido por Manuel González. Cuando regresó al poder en 1884, comenzó la era conocida como Porfiriato, que se prolongó hasta 1911.